¡Adelante, adelante! Diálogo entre una actriz argentina y Josemaría Escrivá.
Podréis poner en escena tantas maravillas que atraen siempre a la gente...
Durante su estancia en Argentina en junio de 1974, el fundador del Opus Dei sostuvo numerosos encuentros con todo tipo de personas.
Algunos tuvieron lugar en sedes como el Colegio Escribanos, el Teatro General Sanmartín o el Teatro Coliseo, con capacidad para acoger a las multitudes que fueron a escuchar a Escrivá.
En uno de esos encuentros, una conocida actriz argentina sostuvo en público este diálogo con el santo.
-Padre -dijo la atriz-: yo pertenezco al ambiente teatral y cinematográfico argentino. Toda la familia artística, muy conocida por el público –pero mal conocida porque no nos conoce-, está triste. ¿Qué podemos hacer para luchar contra esta ola desaforada, estridente, de mal gusto y pornografía que nos está invadiendo?
-Hija mía -le contestó Escrivá, que conocía bien las dificultades con las que se encuentran los profesionales que trabajan en ese medio- has puesto el dedo en la llaga.
-Padre, pasa esto: nuestra familia artística, que yo conozco mucho, mis compañeros de teatro –mujeres y hombres- tienen esta vocación, este oficio para mantenerse, para vivir, para mantener a sus hijos. Si no ceden ante lo que se les pide, estos compañeros míos no trabajan. Estamos muy tristes, Padre. ¿Qué podemos hacer?
-Tenéis motivos para estar tristes, pero… poneos alegres; porque si vosotros os empeñáis, habrá autores que escribirán cosas estupendas. Además, podréis poner en escena tantas maravillas de la literatura universal que atraen siempre a la gente.
-Lamentablemente, Padre, a veces nosotros hacemos obras que pretendemos que sean muy positivas, porque son inspiradas hacia el espíritu, y el público no nos acompaña. Entonces tenemos la sensación de que estamos arando en el mar; y nos hemos ido retirando poco a poco, quedándonos en casa…
-¡No! Tú eres tozuda y yo también. Si os empeñáis unos cuantos con los medios de los cristianos – y tú eres cristiana y cristiana de punta-, rezando, negándote a lo que no puede hacer, ni decir, ni representar un cristiano, saldréis adelante, estoy seguro. Además te miran todos con simpatía. ¿Por qué no decís esto a voz en grito en la prensa, o desde el mismo teatro? ¿Por qué no buscáis autores que lo repitan?; de modo que, con los medios de tu oficio, estás haciendo un servicio a Dios y una oración.
-Nosotros hemos puesto empeño en hacerlo, Padre, pero evidentemente nos hemos sentido un poco cansados de esa lucha, y nos hemos retirado.
-Pues ¡ánimo, hija mía! No hay que retirarse! Satanás se pone muy contento con que os canséis. No os vayáis para atrás; ¡Adelante! ¡Adelante! No te puedo decir otra cosa. ¿Qué quieres que te diga?
Me llevo un alegrón enorme con lo que me has contado. Yo había dicho, desde que puse los pies en esta tierra bendita, que venía a aprender, y me acabas de dar una lección que repetiré a tus colegas de otros países.
Hija mía: acabas de sembrar una gran semilla.
Ir a la página de Inicio